Al filo de la locura y a dos pasos de la desesperación, busco en mi interior algo que no sea tan salvaje primitivo y malvado, para solo encontrar una concentración de lo oculto que tanto quiero olvidar, mi sangre es bombeada a una velocidad sónica cuando escucho el sonido de una piel desgarrándose y mi oídos se excitan cuando escucho el ardor de una garganta desgarrada por gritar a un vacio hueco.
Arrinconado en la habitación de un hotel barato que no tuve la necesidad de pagar me divierto abriendo ratas con mi navaja, de arriba donde empieza el cuello hasta lo más profundo de sus entrañas y nunca olvides separar tus ojos de los ojos de la bestia, mira de frente a la muerte, observa su último suspiro en el momento en el que el alma abandona su cuerpo y por un segundo veras la eternidad.
Al término de una muerte te cortas a ti mismo, si no tienes el valor y el coraje para lastimarte, no tienes el derecho para lastimar a alguien más, empiezas en el brazo justo donde termina la axila y continuas cortando en espiral cruzando por la marca permanente de tanto doblar el brazo hasta llegar a la muñeca donde están esas cuerdas naturales que mueven tus dedos, separas la cuchilla y observas como empieza a fluir la sangre por fuera de las venas y extrañamente te sientes más vivo que hace 5 minutos y lo disfrutas hasta el final.
Te levantas seguramente por última vez, presionas tu brazo que inútilmente no responde y cedes ante la pared para sostenerte y vez tu huella de sangre derramada, te dilatas y sabes que este es el final de este pobre demente, piensas “si voy a morir, será con estilo”. Cruzas los pasillos como el fantasma de un lugar, sin llamar la atención y dejando una marca permanente de tu visita llegas a una puerta y bruscamente la abres, te detienes y ves a una familia en un comedor barato comiendo algo menos apetitoso que la rata que acabas de abrir, te miran pasmados y con un fino y rápido movimiento rebanas a todos los miembros de la familia, ni siquiera les diste tiempo de gritar y nunca apartaste la mirada de sus ojos hasta que veías la eternidad.
Puerta tras puerta vas realizando tu tarea, matas a todo lo que se te ponga enfrente, visitas cada habitación y vez situación mediocres y miserables, no sientes pena de matar a nadie del lugar, incluso detuviste una violación, héroe por un segundo, ¡irónico!.
Llegas al final donde vez un sótano y escribes con la poca sangre que te queda “Directo al infierno” mientras te dejas caer por ellas y terminas con esto.
domingo, 12 de julio de 2009
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