martes, 19 de mayo de 2009

Un viejo cuento “El culpable”

¿Por qué tenemos tantos miedos?
¿Por qué no todo puede estar bien?
¿Por qué somos tan infelices?
¿Quién es el culpable?

Cuando estás en la guerra todas estas preguntas no tiene sentido, simplemente no hay tiempo, tienes que preocuparte más por matar y no ser matado.

Somos la última línea de defensa, hay gente que ni siquiera sabe que existimos, gente que nos da por muertos. Nosotros estamos peleando para que algún día nunca más tengamos que volver a luchar hombro con hombro contra nuestros hermanos, con nuestra gente, causando dolor y pena a personas que no conocimos, pero que en un instante, en un solo momento las conocimos mejor que muchas otras personas que afirmarían conocerla, cuando vez en sus ojos, un momento antes de morir, lo que realmente son.

Tuve la fortuna de criarme bajo un concepto pagano y ateo de la vida, inculcado sobre la ignorancia de un ser supremo todo poderoso, pero un día esa venda en mis ojos cayó y se me rebelo la verdad.

Era un día nublado y triste, había recibido recientemente un disparo en el costado y sabía que me quedaba poco tiempo, no perdí tiempo, fui corriendo a mi destino, escupiendo sangre y desesperación.

He me aquí, al borde de la muerte, a las puertas de su casa. Atravieso la puerta y lo veo intacto, como si toda la muerte y destrucción tratara de evitarlo, de tocarlo, dañarlo con su semblante de dolor, como si quisiera infligir lastima en nosotros, aun así, él es “El culpable”.

-Nadie de nosotros pidió esto. Desde el primer hombre hasta el último recién nacido, no pedimos esto. Que termine entonces, que se desate, libra a generaciones sin fin de los aun no nacidos de esta vida. Eres el padre de todas las miserias. Tú creas este mundo, lo llenas de sufrimiento, con dolor y necesidades y desesperación.

-Dime, ¡¿Estas orgulloso de ti mismo?!

Ha comenzado a llover, como si la lluvia quisiera acompañar mi muerte. Me recuesto en el piso y cierro los ojos y empiezo a dormir sin soñar.

Es raro, pero puedo sentir cada parte de mi cuerpo: mi frente, mis ojos, mi pecho, mi corazón al ritmo de pumpum pumpum. Nunca había sentido tanta paz.

Y en la parte más oscura de su mente, donde habitan sus pensamientos y memorias, retumba una pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué después de tanto tiempo, esta felicidad apenas llega? ¿Por qué un instante antes de morir?.
Su mente susurro las respuestas que perseguían a las preguntas. La felicidad de cada uno de nosotros es responsabilidad de uno solo. La misma persona que toma las decisiones en su vida, que decide que hacer y que no. Somos nosotros los responsables de heroísmos, de bondades, de cobardías, maldades, huracanes bélicos y miserias. Si este mundo está lleno de maldad, dolor, penas y mierda, solo hay un culpable.

Tosiendo y escupiendo sangre, arrumbado en el piso, sus labios pararon de hablar, su mente dejo de pensar y su corazón ya no latiría más.

¿Por qué tenemos tantos miedos?
¿Por qué no todo puede estar bien?
¿Por qué somos tan infelices?
¿Quién es el culpable?

Ahora ya conoces la respuesta.
SebasDThamuz

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